¿Les ha pasado con sus hijos o con los niños que acompañan en sus procesos de aprendizaje que en ocasiones quieren jugar con todo a la vez? En ocasiones disponemos todos los juguetes que tenemos en casa o en el salón sobre el piso; cubos, muñecos, rompecabezas, elementos de la cocina, carros, etc, y los niños juegan con cada uno de ellos dos minutos y luego pasan a otro, tanto así que en diez minutos han explorado todo y ya quieren hacer otras cosas como salir al parque.
Pues bien, que suceda esto no está mal ni mucho menos, sin embargo, quisiera invitarles a conocer una forma en la que los niños pueden disfrutar aún más del juego con pocos elementos. Se trata de los “objetos relacionales” sobre los cuales algunos artistas han reflexionado bastante, especialmente Lygia Clark. Para ella, existe una relación entre los objetos y el cuerpo que no se logra a través del significado o la forma de los mismos, sino a partir de su imagen sensorial, lo vivido por el cuerpo como lugar de experiencia.
En este sentido, otros artistas que asumen el juego como potencial creador, han retomado estas teorías para elaborar instalaciones de juego en las que los niños pueden Ser plenamente. Para ello, lo primero que se plantea es la organización de los elementos. Se trata de pensar en una disposición específica (circulo, espiral, cuadrado, etc) que permita a los niños sentirse más seguros y confiados al explorar los elementos y el espacio.
Lo segundo, es que se escojan solamente tres tipos de objetos de diferentes materiales, colores y funcionalidades. Digo objetos, porque no es necesario un juguete para jugar, podemos hacer uso de los objetos cotidianos que tengamos al alcance (vasos de plástico, cuerdas, cubos de madera, latas de diferentes tamaños, telas, papel etc.) Al disponer tres clases diferentes de elementos buscamos lo que Javier Abad denomina el “Trialogo”, un dialogo en el que cada objeto se transforma, en el que después de un rato de un juego funcional en el que el niño usa primero el objeto por su función (ej: de ser contenedor) pasa a ser un objeto que se puede apilar, rodar o usar de sombrero.
En cuanto a los materiales, es importante que provoquen al niño a interactuar con ellos de diversas maneras, estableciendo diferentes relaciones entre ellos; por eso se debe tener en cuenta que permitan llenar y vaciar, juntar, esparcir, apilar verticalmente, estirar, recoger. Por otra parte, es importante jugar con el color y mezclar objetos de colores con objetos de no color, como negro, blanco o gris. Por último, se recomienda que los materiales dispuestos tengan diferentes cualidades y sean elaborados de diferentes materias (naturales o artificiales).
Disponer espacios organizados, pero no de juego estructurado como tal, que permita a los niños un juego libre y espontaneó posibilitará que ellos estén más tiempo disfrutando. Anímense a jugar de otras formas en casa o en el salón situando un espacio de juego para que sea disfrutado por los niños y ustedes. Si quieren profundizar más sobre este tema, pueden buscar los libros de Javier Abad y Ángeles Ruiz, El juego simbólico y el Lugar del símbolo.
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